martes, 20 de diciembre de 2011
lunes, 12 de diciembre de 2011
Wayra Q'Hantati en el Centro Cultural "Cruzando Caminos"
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Sikus y Tarkas
Para todos los pueblos originarios la muerte es considerada como parte de la vida, como cumplimiento, conclusión y culminación de una etapa de la misma. No representa la finalidad del ser, sino su continuidad dentro de la totalidad existencial y universal.
La muerte es una experiencia que se vive en lo individual pero también en lo comunitario. El alma de los muertos continúa en permanente atención y relación con sus familiares y con toda la comunidad, y por ello la ceremonia se hace en la casa del familiar del difunto durante tres años consecutivos, tiempo durante el cual se despide del Kay Pacha para ir a encontrarse con su origen, en este sentido, se entiende a la muerte como un viaje a otra dimensión de la vida. Después de los tres años de celebración, los difuntos siguen siendo recordados pero con otras atenciones, porque pasan a ser Ñawpaq Nuna, alma vieja o del tiempo pasado.
Los andinos dicen que es necesario celebrar con el alma que está por partir porque " Ujllatamin wañunchij kay kawsaypiqa": solamente una vez morimos en esta vida…
Así como se celebran los solsticios, los equinoccios, las cosechas, las lluvias, etc., también se celebra la muerte y el viaje de las almas, como una plena aceptación del cambio.
La percepción del mundo desde la cosmovisión andina, ve al ciclo vital en cuatro tiempos o fases: el primero, el de la creación, el segundo, el del nacimiento, el tercero, el del crecimiento y el cuarto, el de la muerte, para luego continuar la rueda volviendo al origen, o sea a la creación.
En las comunidades del ande, sus habitantes y en especial los Mayores perciben la presencia del alma que está por morir a través de diferentes signos: un ave que se presenta en la casa; cómo crecen los cultivos; el estado de los alimentos guardados; la forma en que soplan los vientos; los sueños; la luz del atardecer; y por supuesto, la lectura de la hoja de koka, entre otros.
Si bien la muerte no se transforma en el mundo andino en un hecho trágico, siempre es un momento de dolor y tristeza, pero la comunidad tiene que ocuparse de que estas emociones no sean devastadoras; y para eso piden protección y fortaleza para los que quedan en el tránsito de este Kay Pacha; y lo hacen a los antepasados, frente a las achachilas o apachejtas, para vivir en armonía con todas las relaciones existenciales, incluso la muerte.
La ceremonia
También se denomina al Ayaq Mark’an como Musuj Nuna: fiesta del alma nueva, en donde se entabla una relación de Ayni, expresando el cariño, la responsabilidad y el compromiso frente a los que se despiden de esta vida. El día 31 de Octubre la familia y los miembros de la comunidad se reúnen para comenzar a preparar las ofrendas, que consiste primeramente en el amasado de los T’antawawa, niños de pan, que se colocan en el altar junto a las comidas y bebidas que le gustaban al difunto. Los t’antawawa son luego obsequiados entre los parientes, comadres y compadres para reafirmar el vínculo de parentesco y respeto. Además, también con esta masa se hacen diferentes panes con formas de seres que representan a los tres espacios (Janan, Kay y Ukhu Pacha).
El día 1 de Noviembre, las familias que despiden a sus difuntos, arman en sus casas un “altar”, en forma de gradas de tres niveles (según los lugares, pueden ser de siete), y las cubren por lo general con telas negras o aguayos oscuros, aunque también se usan el color blanco o violeta según la edad del fallecido. Las familias que no tienen que honrar a ningún muerto visitan a las otras familias del Ayllu.
El altar representa a los tres espacios y de acuerdo a ello se distribuyen las ofrendas. Suelen armarse por sobre el altar arcos con flores para darles la bienvenida a las almas. En el Janan Pacha se colocan las fotos u objetos pertenecientes a los que han partido, junto a las figuras de pan que simbolizan este espacio: Tayta Inti, Mama Killa, el cóndor, el k’uychi o arco iris, la chakana, etc. En el Kay Pacha, las llamas, el jaguar, hombres trabajando, la wiphala, etc. como también parte de la comida y bebida que se ofrenda al difunto, y en el Ukhu Pacha, las hormigas, las serpientes, las arañas, etc. Además se colocan en todo el altar hojitas de koka, tabaco y dulces.
El día 2 de Noviembre, se quema la ofrenda (despacho) que se ha preparado, con los pedidos puestos en los k’intu de koka, se comparte la comida y el tabaco, se pijcha con koka (masticado de la hoja) y se entra en diálogo con las almas que han venido.
Este es el momento en donde las almas de los vivos y de los muertos “se perdonan”, quieren a través de la hojita de koka sincerarse, hablar acerca de los verdaderos sentimientos que han llevado a actitudes equivocadas, se dice lo que ha dolido, se llora y se reclama si es necesario, pero el perdón aparece como liberando el camino de las almas, para los de acá y para los de allá.
Luego del mediodía se levanta el altar, distribuyéndose entre todos los presentes los t’antawawa y todo lo que se ha ofrecido a los difuntos, para hacerles sentir que permanecen compartiendo con sus seres queridos. También aparecen los músicos, que preparan cantos especiales para esa ocasión y se acompaña con bailes de despedida.
La muerte como paso trascendental en la vida para retornar al principio creador, asegura la restauración de la armonía cósmica, así lo entendieron los andinos y así lo celebraron hasta la llegada de los conquistadores, que junto a la iglesia rompieron esta circularidad, separando el espacio de arriba y el espacio de abajo, dejando al hombre entrampado entre el cielo y el infierno.
Las wakas, lugares sagrados, fueron destruidos o utilizados de cimientos para la construcción de iglesias, porque de algún modo sabían que debían destruir también el inmenso poder que seguían conservando los muertos, lo que representaba para el hombre originario la dignidad de su linaje.
Así las momias fueron capturadas y enviadas como trofeos de guerra a los virreyes y gobernadores, o a los museos para ser colocadas detrás de vitrinas. Hoy en día los pueblos originarios siguen pidiendo que los restos de sus antepasados sean devueltos a sus ayllus.
El andino se vio obligado a enterrar a sus muertos en los cementerios al modo cristiano, pero sabía y sabe que la muerte trasciende las formas y hoy honra a sus muertos en el cementerio celebrando allí el Ayaq Mark’an.
Otras culturas como los mayas también en esta fecha, preparaban sus ofrendas durante toda la noche, practicando la vigilia, porque consideraban que permanecer despiertos era una de las formas en la que el hombre recibía la “verdad reveladora”, y aún hoy lo siguen haciendo manteniendo la tradición.
Los pueblos originarios no tenían la concepción de un paraíso terrenal ni de un infierno, no creían en la resurrección de los muertos, pero estaban convencidos de que el Kamaqe, la fuerza vital primordial que animaba a todos los seres vivos, desaparecía si el cuerpo se quemaba o se desintegraba, por eso es que conservaban los cuerpos momificándolos y depositándolos en vasijas, en lugares especialmente diseñados para su conservación que cobraba el carácter de sagrados, las wakas.
La momificación estaba destinada a las autoridades o mayores con sabiduría mientras que al resto de la comunidad se los destinaban a nichos preparados con ladrillos de adobe, pero una forma de cerrar el ciclo vital era volver al seno de nuestra madre, por lo que los cuerpos eran enterrados con la cabeza hacia el este.
El pachakuti, la manifestación del cambio de conciencia, nos dice que ya no podemos caminar solos, sino acompañados de las fuerzas ancestrales, de la mano de las Abuelas y Abuelos, pero también tendiendo manos a los que van a venir, para que todos juntos podamos reordenar el equilibrio con todas las formas de existencia, en esta Tierra que habitamos y en el Cosmos.
Si morir es volver al origen, y nacer es la posibilidad creativa de acrecentar el estado de conciencia, entonces podremos a partir del trazado amoroso de ese círculo, CELEBRAR LO QUE SEREMOS.
Fuente: Stella Maris Ayala (Puchi)
Chutillo es el nombre de una festividad que se celebra desde tiempos precolombinos por los pueblos autoctonos.
Popularmente tiene tres nombres; correspondientes a tres días de celebración: Primer día fiesta del Ch'utillo, Segundo día fiesta del Majtillo, Tercer día fiesta del Thapuquillo.
El Ch'utillo
Ch'utillo para algunas personas, es el nombre tradicional del minero montado en mula, dicen chutillo es el minero disfrazado. Con referencia a la palabra chutillo se dice que es un genio que daña y huye y cuenta la bella leyenda del Cueva del Diablo, la palabra ch'utillo popularmente tiene el significado de burla, hay que chutillarnos dice el pueblo, por decir hay que burlarnos.
El Majtillo
Se da este nombre al segundo día de la fiesta, es de voz Quechua que viene de "Majti o maytu", joven jovensuelo o adolescente. En la fiesta del Majtillo tiene preponderancia las burlas entre jovenes.
El Thapuquillo
Nombre popular que recibe el tercer día de la fiesta, para el pueblo es la fiesta del preguntón o curioso. Este día cuando una persona pregunta por algo a otra, esta tiene la prerrogativa debe responder o negarle con la siguiente frase "Ancha tapuquillo canqui", (muy pregunton eres).
Fuente: Wenceslao Moro.
Wayra Q' Hantati les desea un Feliz día a todas las mujeres en su día.
En especial, saludamos y destacamos la tarea de la mujer andina en cada una de sus Comunidades.
Ella, que también realiza grandes esfuerzos físicos, como el trabajo en la tierra, es la encargada de transmitir de generación en generación la costumbres ancestrales y como tal, es quien busca preservar que éstas se mantengan, tradiciones heredadas. Muchas veces en condiciones adversas, luchando por la igualdad de sus derechos, oportunidades y respeto.
Las mujeres andinas son la fuerza que preserva diversas manifestaciones culturales, musicales, rituales y tratamiento con la naturaleza.
Hoy, las mujeres de Wayra Q' Hantati celebraremos su esfuerzo y dedicación. El de ellas y el de todas las mujeres trabajadoras. Y lo haremos como más nos gusta: tocando ésta música, que tanto sentimos como nuestra.
21 de agosto · 18:00 - 21:00
Lugar: Anfiteatro del Parque Centenario de la Ciudad de Buenos Aires
Grupo invitado:
WAYRA Q'HANTATI
Grupo de Danzas Folcloricas
"Los de la Huella"
Concierto de LLAJTAYMANTA
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Sábado 21 de Agosto
19:00 horas (puntual)
Los esperamos!